Amemos a nuestros niños como Dios nos ama
a todos nosotros.
Feliz día del niño
Por: José Alberto Betanzos Salgado.
Lázaro Cárdenas Michoacán a 30 de abril 2013
La etapa más hermosa e importante de nuestra existencia es sin duda: la niñez.
Ah! que bellos momentos, tan importantes y estimulantes, de tan desbordantes sentimientos tan mezclados y cambiantes, qué experiencia tan maravillosa la del niño y la niña.
Bienaventurado es su nacimiento, tan maravilloso es ser o ver, tener o sentir, el fruto del amor, abrir por primera vez los ojos, conocerlos por primera vez, sus primeros llantos, gritos y pasos; qué manifestación tan pura, sana y santa del amor de nuestro creador hacia nosotros, independientemente de la salud y las capacidades físicas, motoras e intelectuales, no hay mayor bendición que esta etapa, la de un niño y niña, por aquellos impulsos de pies y manos y balbuceos que convierten la quietud en un concierto de alegría, nada más motivante que su sonrisa; es la gloria de Dios en su máxima expresión de dignidad, la virtuosidad de su creación en perfección, y en su llanto que desata incertidumbre y preocupación de lo que les pasa, mientras no sabemos si llora de hambre o por dolor, que quisiéramos que nada malo les suceda, que ni el aire, el agua o el sol les llegue por su delicadeza, deseamos todo lo mejor que sea para ellos, es un momento de la vida en que todo es pasatiempos y alegrías, de grandes descubrimientos e ilusiones, es la energía viva que grita, corre, brinca y salta, que goza de la libertad, que no quisiera sujetarse al tiempo y a las reglas, que no conoce maldad ni responsabilidad, precio ni consecuencia, es la oportunidad de experimentar la ternura e inocencia, docilidad y entrega, creatividad, perseverancia e intrepidez en todo su esplendor, el darles un beso o un abrazo, el cargarlos y recargarlos en nuestro regazo, es sentir el amor sublime, escuchar su vocecita llena de inocencia, de entusiasmo e ingenuidad, se convierte en música que conmueve al corazón, que estimula a prosperar, a amar la vida, a buscar siempre el bien, para que nada les falte.
Aunque todos llevamos un niño dentro o podemos volver a nacer espiritualmente para volver a ser niños y entrar al reino de los cielos, la etapa de la niñez, es el desarrollo natural de sus dones y talentos, es el momento preciso y precioso para forjar en ellos, primero en el hogar y luego en las escuelas a futuros adultos felices, útiles, responsables y prósperos, dignos hijos de Dios para bien propio y de los que le rodean, porque ese es el propósito de Dios para nuestras vidas, la preciosa niñez es una etapa de la vida en que, más que dinero, juguetes y lujos, necesitan de nuestro tiempo, necesitan de que nosotros escojamos lo mejor a enseñarles, guiarles por el camino del bien, aunque estén viejos no se apartaran de él, que no los eduque la televisión o los vecinos, la tecnología o la ciencia, es nuestra responsabilidad, ellos serán el reflejo de lo que hacemos o dejamos de hacer, no hay malos hijos, hay malos papás, es una etapa tan importante, tan fugaz, que si no la aprovechamos, jamás, jamás regresará.
Amemos a nuestros niños como Dios nos ama a todos nosotros.
Dios les bendiga siempre.
Feliz día del niño.
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