24 feb 2011

Componente cancerígeno presente en las fórmulas de Pepsi y Coca

Componente cancerígeno presente en las fórmulas de Pepsi y Coca


A las 12 cucharadas de azúcar que contiene un refresco de solamente 600 mililitros, asociadas al sobrepeso y la obesidad, al ácido fosfórico que acaba con los dientes y al carácter estimulante y adictivo de la cafeína, se suma una nueva razón para dejar de beber Pepsi y Coca: el reconocido potencial cancerígeno de su colorante.

Uno de los ingredientes que aparentemente suena más inofensivos en las fórmulas de la Pepsi y la Coca es el "color caramelo". La regulación federal de los Estados Unidos reconoce 4 tipos diferentes de color caramelo. Todos son elaborados a partir del azúcar.

El primero es llamado simple caramelo. El segundo incluye la reacción del azúcar con sulfitos. El tercero es elaborado haciendo reaccionar el azúcar con componentes de amonio. Y la tercera variedad de color caramelo, la utilizada por Coca y Pepsi, es producida a través de la reacción del azúcar con componentes de amonio y sulfitos. Técnicamente este compuesto es conocido como Caramelo IV.

La reacción del azúcar con amonio provoca la generación de numerosos compuestos químicos. Dos de estos compuestos son el 2-metilimidazol y el 4-metilimidazol, ha sido comprobado por estudios gubernamentales que provocan cáncer de pulmón, hígado y tumores de tiroides en modelos animales de laboratorio.

Oficiales de Salud Pública de California recientemente pusieron al 4-metilimidazol en la lista de los componentes cancerígenos conocidos. Científicos de la Universidad de California en Davis encontraron recientemente en bebidas de cola niveles significativos de 4-metilimidazol que exceden los niveles que el estado considera ser seguro.

El Centro de Ciencias para el Interés Público (Center of Science in the Public Interest) de los Estados Unidos está pidiendo hoy a la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) de Estados Unidos el prohibir el uso del proceso de amoniaco y amoniaco-sulfito en los colorantes caramelo, demanda a la que se suma El Poder del Consumidor para que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios haga lo mismo en México.


Considerando que el propósito de este caramelo contaminado es meramente cosmético, esperamos que la COFEPRIS actúe rápidamente para proteger a los ciudadanos de un riesgo innecesario al cáncer.

"Si estábamos esperando una razón más para dejar el hábito de tomar estas bebidas, aquí la tenemos", declaró Xaviera Cabada, coordinadora del Área de Salud Alimentaria de El Poder del Consumidor.

22 feb 2011

Carta de una de las víctimas de secuestro por parte de Florence Cassez y su novio

Carta de una de las víctimas de secuestro por parte de Florence Cassez y su novio



El secuestro es un crimen horrible y si deseamos erradicarlo de México, deben aplicarse medidas fuertes y cumplirse la penas. Quien secuestre en México, sea mexicano o extranjero, debe purgar su condena en México y punto.

Ojalá el presidente Sarkozy lea y escuche alguno de los testimonios de las verdaderas víctimas y deje de victimizar a Florence Cassez, ella no es víctima, ni heroína, es una secuestradora. Su liberación o extradición a Francia es inaceptable para la sociedad mexicana.

A la opinión pública:

Mi nombre es Cristina Ríos Valladares y fui víctima de un secuestro, junto con mi esposo Raúl (liberado a las horas siguientes para conseguir el rescate) y mi hijo de entonces 11 años de edad. Desde ese día nuestra vida cambió totalmente. Hoy padecemos un exilio forzado por el miedo y la inseguridad. Mi familia está rota. Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre del 2005 al 9 de diciembre del mismo año. Fueron 52 días de cautiverio en el que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica.


El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo.


Desde nuestra liberación mi familia y yo vivimos en el extranjero. No podemos regresar por miedo, pues el resto de la banda de secuestradores no ha sido detenida. Hasta nuestro refugio, pues no se puede llamar hogar a un lugar en el que hemos sido forzados (por la inseguridad) a vivir, nos llega la noticia de la sentencia de 96 años a la que ha sido merecedora Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio, la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño.


Ahora escucho que Florence clama justicia y grita su inocencia. Y yo en sus gritos escucho la voz de la mujer que, celosa e iracunda, gritó a Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, que si volvía a meterse conmigo (entró sorpresivamente al cuarto y vio cuando me vejaba) se desquitaría en mi persona.

Florence narra el “calvario” de la cárcel, pero desde el penal ve a su familia, hace llamadas telefónicas, concede entrevistas de prensa y no teme cada segundo por su vida. No detallaré lo que es el verdadero infierno, es decir, el secuestro. Ni mi familia ni yo tenemos ánimo ni fuerzas para hacer una campaña mediática, diplomática y política (como la que ella y su familia están realizando) para lograr que el gobierno francés y la prensa nacional e internacional escuchen la otra versión, es decir, la palabra de las víctimas de la banda a la que pertenece la señora Cassez.


Pero no deja de estremecernos la idea de que Florence, una secuestradora y no sólo novia de un secuestrador (con el que vivía en el mismo rancho y durante el mismo tiempo en el que permanecimos mi hijo y yo en cautiverio) ahora aparezca como víctima y luche para que se modifique su sentencia. Si lo logra o no, ya no nos corresponde a nosotros, aunque no deja de lastimarnos.


Esta carta es sólo un desahogo. El caso está en las manos de la justicia mexicana. No volveremos a hacer nada público ni daremos entrevistas de prensa ni de cualquier otra índole (nuestra indignación nos ha llevado a conceder algunas), pues nuestra energía está y estará puesta en cuidar la integridad de la familia y en recuperarnos del daño que nos hicieron. El nuevo vigor que cobró la interpelación de la sentenciada y el ruido mediático a su alrededor vuelve a ponernos en riesgo.

Gracias por su atención.

Cristina Ríos Valladares